5 feb 2013

La mejor profesión

Cuando un joven está terminando sus estudios colegiales y piensa qué estudiar en la universidad y, si tiene la posibilidad, claro está, los profesionales siempre nos 'traman' con frases como «esta es la mejor profesión».

Es lógico, cada uno tira para su lado y para rematar la decisión del joven indeciso -en la mayoría de veces-, le dicen: «esa profesión (otra distinta a la que él ejerce) es buena, pero es costosa». «Esa carrera es buena, pero de esos está llena la ciudad». En fin, un tira y jala.

En realidad ninguna carrera universitaria es mala, malos serán los profesionales. En ocasiones conformistas con su cartón, pero no con el sueldo que les pagan.

Al médico le dicen que es lo mejor del mundo. Claro, salvar vidas es bonito, es digno de admirar.

Al filósofo también le aplican una de esas 'dosis': ¿qué sería de este mundo sin los pensadores?

Le dicen al religioso que lo más bonito es hablar al prójimo de Dios.

Al ingeniero civil le dicen que sin él no hay carreteras y magnas obras.

Que el mejor honor es defender al país, le dicen al militar.

Y así, eso nos dicen a todos. Palabras más, palabras menos: palabras bonitas; 'mágicas'.

Pero, ¿quiénes preparan a los profesionales? Los maestros, si bien es parte y parte (profesor-estudiante), sin la ayuda del primero no hubiera profesionales.

Ser maestro, dicen, es la profesión más ingrata, comparado futbolísticamente es el arquero. Si algo sale mal; es el villano, pero si todo es perfecto; es el héroe.

Un sabio decía: «el error de un médico se entierra; el error de un abogado se archiva; el error de un arquitecto se cae, pero; el error de un maestro se multiplica».

Y es la realidad, como el que copia errores, produce errores. Por eso, el futuro de una nación está en sus maestros. De ellos depende que un estudiante sirva o no para algo.

Por eso los educadores deben ser los mejores, que los niños y jóvenes son a veces insoportables, es verdad, pero es aquí donde se pone a prueba al verdadero maestro. En la paciencia se conoce la vocación. Sin los maestros no existiría nada, porque todos debemos aprender y enseñar en algún momento de nuestras vidas.

Enseñar debe ser una pasión, no por creerse más que el otro, sino porque de la enseñanza nacerán los frutos que cultivemos. Si el profesor es malo, probablemente malo será el alumno. Y así será en el futuro. 

Por eso, querido maestro, tenga identidad, coraje, vocación, amor por lo que hace. Un viejo refrán dice: «enseñando a los demás aprendemos nosotros». Los educadores no son perfectos ni se las saben todas, pero tienen el conocimiento y el fundamento para enseñar algo que con esfuerzo aprendieron. Si un alumno supera al maestro, que es lo que se busca en un estudiante, es signo de que el maestro es el mejor.

Un maestro tiene que ser congruente con lo que dice, debe enseñar a ser crítico (no criticón) y analítico, con el fin de mejorar. Si el maestro pide a sus estudiantes ser ejemplo, él debe ser el modelo a seguir. Nada peor que un maestro flojo y conformista.

En Japón, los únicos ciudadanos que no están obligados a inclinarse en reverencia frente al emperador, son los educadores. La razón, sostienen los nipones es que, sin educadores no puede haber emperadores.

Si no hubiera maestros esta sociedad sería menos humana y más vacía. Y sí, el camino es largo y hay dificultades, pero debemos reír aunque por dentro nuestra alma llore, porque; el discípulo sigue lo que hace su maestro.

En conclusión, la mejor profesión es la que a mí me gusta y me llena, pero, no nos digamos mentiras, la mejor de todas es la de ser maestro.


3 comentarios:

  1. De acuerdo, y los primeros maestros quienes son?...
    nuestros padres. c:

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Anónimo5:40 p. m.

    es lo mas bonito lo que uno hace con su carrera porque es unica.

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