90%
es la parte del sueldo que dona José Mujica, mandatario de Uruguay, a obra de
beneficencia en su querida república, obra tal le ha hecho ser titulado en la
prensa como “el presidente más pobre del mundo”. Este exguerrillero, mesurado,
intelectual y progresista hace más —me atrevo a decirlo—,
que cualquier otro líder de izquierda en el mundo. ¡De admirar!
Empiezo
con ‘Pepe’ porque es loable su gesto, además de vivir en una humilde chacra
(granja) y pasear de vez en cuando a su mascota en la única propiedad que
posee; un Volskwagen de US$ 2 mil y arar —en sus tiempos libres—,
la pequeña tierra, propiedad de su esposa Lucía, senadora de la nación.
Traigo
a colación lo anterior para empezar estas líneas. No hay nada más absurdo en
Colombia que comparar a las personas de izquierda con guerrilleros, porque
aparte de esto, los grupos subversivos —junto con los políticos—,
son los que más daño le han hecho a esta hermosa tierra cafetera. 60 años de
conflicto es una guerra de la que literalmente: ¡estamos mamados! Y ellos son
los promotores. Nada genera más ganancias que la guerra.
La
ideología de las Farc y el Eln (ambos ejércitos del “pueblo”) es marxista,
luchar —principalmente—,
por el pobre; la clase obrera, el oprimido, el subyugado, pero solo se queda en
palabras y pensamientos, porque, al fin de cuentas; estos terroristas avasallan
al pueblo por el que dicen “luchar”.
Nada
parecida es esta guerrilla colombiana a su similar de Nicaragua, donde
liberaron al pueblo del yugo y caminaron con él. Están fuera de base los
sofismas del cura Camilo Torres, que dejó la sotana para empuñar un arma que,
paradójicamente, nunca usó, pues fue asesinado cuando iba por ella.
Ningún
subversivo colombiano es de admirar hoy día. Tal vez en países socialistas
tengan la concepción de guerrillero como alguien liberador, mesías (que de
hecho debería ser), pero en Colombia no. Escuchar la palabra guerrilla nos
causa pavor —claro—
a mí también me da. Fueron ellos mismos (las Farc) quienes torturaron, hicieron
cavar la fosa y asesinaron de un hachazo y a quema ropa a dos tíos míos,
hermanos de mi madre. Por supuesto, es lógico; no los apoyo. Nunca lo he hecho.
Pero,
es que la gente en Colombia tiene esa pesadilla en la mente. Es latente. Escuchar
a personas como Navarro Wolf, Gustavo Petro, solo porque decidieron reivindicarse
y dejar su pasado atrás (exguerrilleros) ya es un punto para despreciar. No
sabemos perdonar. Los mismos susodichos están siendo perseguidos políticamente
por la peste oligarca que denigra al país y, en un trasfondo, son los más
perversos habitantes de esta dolida patria libertada por Bolívar.
La
estúpida e irónica idea macondiana de que los de izquierda somos guerrilleros
(por ello; bandidos, delincuentes y en el peor de los casos terroristas), fue
el plan perfecto de los capitalistas y corruptos colombianos, para que la gente
nos vea con malos ojos, nos insulten, nos vituperen. Así estamos de marcados y tildados los
socialistas y/o comunistas en Colombia, luchar por el prójimo siempre ha sido
un obstáculo. Estos mismos que nos calumnian, son las nefarias que se lavan las
manos y quedan como los buenos del paseo y se llenan los bolsillos con el
dinero del pueblo.
Soy
y seré políticamente de izquierda. Del pueblo. Admirando a líderes latinos como
Fidel, el ‘Che’, Martí, Cienfuegos, Chávez, Mujica, Lula, Correa. Los cuales
han velado y luchado por sus tierras y porque América Latina no sea patio
trasero de nadie. Han olido y se han untado de pueblo. Son el pueblo. Y estos,
han sido los principales enemigos de los que quieren todo para unos pocos; la
interminable y poderosa (pero no invencible) sarna capitalista.
Por
eso, el niño, el desempleado, el que quiere justicia, la mujer humillada, el
discriminado, el abandonado, el abuelo, el discapacitado, el de calle, el de a
pie, el que no tiene voz (poder), el oprimido, el obrero, en conclusión; mi
ideal y representación es: el pueblo. Entonces, querido lector, no me compare
con un terrorista, yo quiero un mejor presente y futuro para mi país. No he
empuñado nunca un arma, ni espero hacerlo. Amo mi patria y siempre lucharé por
el proletariado, de los que se mofan la burguesía.
“Ayudar
al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad”: José
Martí