20 jun 2013

Apología al delito

No sé ustedes, pero yo —literalmente— me mamé de la apología que se le hace al delito en Colombia. Tal parece que lo único que saben escribir los libretistas macondianos es lo mismo de siempre, y claro; como el morbo (interés malsano) es lo que se vende y compra, es lo único que se produce, por eso, los temas abrumadores en las pantallas chicas del país son: el narcotráfico, la corrupción y ahora, para rebosar la olla: las prepagos. ¡Nos jodimos!

Todo comenzó con Pandillas, guerra y paz, la famosa serie de los preadolescentes de barrio que empiezan consumiendo drogas, pasan a jíbaros, prueban “finura” y luego se vuelven socios de los narcos, hasta que llegan a la cima y son los jefes. ¡Qué clímax peyorativo! Recuerdo que, en el colegio los muchachos querían ser como el viejo Richard e imitaban el parlache de Mateito. Bueno, eso no fue tan malo, pues nunca habíamos visto algo similar, lo mirábamos con buenos ojos, al fin de cuentas; los del ‘combo’ se rehabilitaron y hacían el bien.

Luego llegaron series de peso pesado: Sin tetas no hay paraíso, o sea; si la niña sacó los pechos del papá peligra en ganarse el título de: la más fea del barrio. Cómo le vamos a enseñar a una niña que si no tiene senos grandes o notables no podrá triunfar, ni ser exitosa, ni mucho menos atractiva. Que para salir y triunfar en Colombia hay que trabajar con la mata que mata, jugársela cruzando la frontera de ilegal, volverse mula y ‘encanarse’ por unos millones de pesos que, siendo sinceros nunca se gozarán.

Nos venden El cartel de los sapos, representando a los narcos del Norte del Valle y sus secuaces, mostrando que manda el que más daño hace o sea más ‘pichurria’. Por supuesto el elenco actoral es de los mejores del país, no lo dudo, el rating lo punteaban Manolo Cardona y el fantástico Robinson Díaz, no los culpo a ellos por sus facetas actorales, no. Es su trabajo.

Es que, un país como Colombia, acechado por la violencia, el terrorismo y la pobreza y que, en los dos únicos canales nacionales se muestren y presenten series relacionados en “combatir” estos temas, es triste, vergonzoso, bochornoso. Los escritores y libretistas dicen: “no hacemos apología al delito, queremos que nuestros niños no caigan en lo mismo, por eso lo mostramos”. Que todo es enseñanza para que los jóvenes y adolescentes no sean víctimas de lo mismo y acaben con sus vidas tomando una mala decisión. En fin, el viene y va de la excusa para seguir con más de lo mismo.

Es como el papá que llega borracho a casa y le pega a su mujer y al otro día le dice a su pequeño que no vaya a ser como él. ¡Qué insólito! ¡Qué ilógico! No existe moral alguna para pedir algo del cual no se tiene el mínimo ejemplo. ¿Qué sigue? ¿Una serie donde se represente a Garavito para que los niños se puedan cuidar o estar prevenidos ante un desquiciado abusador? Porque, aunque el tema es diferente, su conclusión es la misma; personas viles que hacen muchísimo daño y reciben recompensa televisiva. ¡No me crean tan pendejo!

La serie de Escobar, el patrón del mal, con una gran producción (pues la vi), supuse que los más perjudicados con esto serían los hijos y familiares de las víctimas, ellos (como el caso de Juan Manuel Galán y sus hermanos, o los herederos de El Espectador) estaban de acuerdo con la serie, por eso no rehusé vérmela, no obstante, hubo personas inconformes que rechazaron la presentación del ángel-demoniaco de Pablo Emilio Escobar Gaviria. Y claro, tienen toda la razón. Debemos ponernos en los zapatos de los perjudicados.

Ahora, con Los 3 Caínes, serie que no vi ni un solo minuto, pude leer en la prensa el inconformismo de las víctimas de los recalcitrantes paramilitares, por eso en Facebook publiqué: Con la serie (paraconovela) de Rcn, Los 3 Caínes, solo demuestra que ese canal solo compra apología al delito. Imposible que un colombiano no sepa quiénes eran los temibles hermanos Castaño, narcoparamilitares que hicieron muchísimo daño al país, aliados de Álvaro Uribe Vélez. Por qué no hacen una novela a Camilo Torres Restrepo, Jaime Garzón, Gabriel García Márquez, Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarroyo. Mentes brillantes que sí tenemos y muestran solo vándalos. Por favor no deje que su hijo o familiar vea la serie, edúquelo mejor en la lectura o a ver canales que sí enseñan cosas valiosas.

Y, para el colmo de males, de nosotros los indignados nos traen a La prepago. Definitivamente al que no le gusta el caldo se le dan dos tazas. Pero, como la gente del común es feliz viendo esto, pienso que, es proporcionalmente culpable tanto el escritor, productor y ente (canal) transmisor como el colombiano que lo ve, porque, eso sí; llega a todos los estratos sociales, no es clasista la serie, al contrario; debería serlo el televidente con lo que decide ver y aprender.

Usted va a un colegio o un barrio periférico y los niños en su inocencia proclaman: quiero ser com Pablo Escobar, ese man era un duro, un teso, por qué lo mataron (y parafrasean: “le mato al papá, a la mamá… y a la abuelita, y si está muerta la desentierro…”.) Y las niñas dicen: así quiero un marido, que me dé todo lo que no tengo y me mantenga como lo que soy: una reina. Infortunadamente esto es lo que están aprendiendo nuestros infantes.

Todas las series, reales o ficticias muestran los ‘triunfos’ de los narcotraficantes, las escalonadas que hacen y donde terminan, pero eso es algo que los niños no captan, lo único que los marca es el dinero que pueden llegar a poseer, las enormes casas, los lujosos autos y las mujeres que solo obtienen siguiendo los pasos de Pedro León Jaramillo, de ‘Fresita’, el ‘Cabo’, el mismísimo ‘Patrón’. Algunas niñas ‘aman’ a Rosario Tijeras, las 3 Milagros y terminan siendo unas Muñecas de la mafia. ¡Qué dosis letal le estamos aplicando a nuestro futuro!

El ejemplo empieza por casa, no dejemos que esto siga ocurriendo y se nos salga de las manos.

Recomiendo: si no puede leerse un libro por pereza, vea Nat Geo, Animal Planet, Discovery Channel, History Channel, y si no tiene televisión por cable, salga a jugar, a trotar, a ayudar a alguien, pero POR FAVOR no vea más Rcn y Caracol, lo enceguecen, y adormecen hasta que lo vuelven inútil y si sigue viéndolos, después no se queje de los hijos que deja a la sociedad. 

Una Colombia mejor sí es posible, pero sintonizando estos canales en horario familiar es empobrecer el intelecto humano.

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