20 ene 2014

El Papa Francisco se equivoca


«Pues él salvará al pobre que suplica y al necesitado que no tiene quien lo ayude» (Ps. 72, 12) La Biblia es Palabra de Dios, profética, pues bien, este trozo de salmo hace referencia —proféticamente hablando— a Jesús, sin embargo, podemos adjudicarlo al hoy Papa, a Francisco. Ya han sido muchos los papas que han hecho lo que dice Fernando Cardenal, jesuita y exministro nicaragüense: “Es posible que esté equivocado, pero déjenme equivocarme en favor de los pobres, ya que la Iglesia se ha equivocado durante muchos siglos en favor de los ricos”. Ven, el Papa se equivoca, pero en favor de los pobres, cual Jesús de Nazaret.

Muchos sectores de la Iglesia —principalmente jerárquicos— no quieren al Papa, ¿por qué? Porque sencillamente está viviendo humanamente el mensaje evangélico: vivir como el Maestro, desapegado de las cosas materiales, teniendo como principales a los marginados, pobres, rechazados, a los niños y a los abuelos. A ellos dirige —principalmente— sus homilías (reflexiones) Francisco. Y esto es incómodo para un mundo capitalista y más para millones de católicos que, infortunadamente se creen más que los demás. Pasó con unos filántropos neoyorquinos que, no iban a donar un peso de los US $ 180 millones que se necesitan para restaurar la basílica de San Patricio en New York (el cardenal Timothy Dolan tuvo que explicarles que habían entendido mal al Papa. Mentira, ellos entendieron, sino que el muy astuto, carismático y mediático Dolan, supo enredarlos). “El Espíritu Santo me ha consagrado para llevar la Buena noticia a los pobres” (Cf. Lc. 4, 18).

Entonces, Jesús y el Papa Francisco viven bien el pasaje bíblico: “Siendo rico (el Vaticano es la nación —pequeña— más rica del mundo) se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos (“Bienaventurados los pobres porque de ellos es el Reino de los cielos”. Mt. 5, 3)” (2 Co. 8, 9). (También se debe leer: Stg. 2, 1-4, contra la discriminación).

Por eso, lectores, el Papa se equivoca, porque al parecer, estar a favor de los pobres es equivocarse, es batallar contra la jerarquía untada de pompa y mansiones principescas. Son los que están en contra del Nazareno, él, de seguro, también se equivocó. Porque, como dicen por ahí: —el Papa— se les tiró el negocio a unos cuantos purpurados.

Bien lo dice José María Díez Alegría, el famoso jesuita sin papeles: “Dios no cree en el Vaticano”. Yo, lo reafirmo nuevamente, no ataco a la Iglesia, pues soy parte de ella, pero sí a aquellos jerarcas que solo están interesados en el dinero. Esos que desprecian a los ‘favoritos’ de Jesús. Los mismos que ven a Bergoglio como un estorbo.

Asimismo, veo en otros curas, teólogos y laicos, que son admiradores de la Teología de la liberación, la oportunidad para sacar a la Iglesia del abismo en que se encuentra, el Papa solo no puede. Es el principal pastor, sí, pero no es el único. Pedro Casaldáliga afirmaba: “hay que ser creyente, pero hay que ser creíble”. ¿Somos creíbles? Helder Cámara, otro gran obispo católico, predicaba: “si doy de comer al hombre, me llaman santo; pero si pregunto por qué hay gente pobre, me llaman comunista”. No se les haga raro, pues, ver titulares en prensa o escuchando en televisión o  hasta a sacerdotes decir: “el Papa Francisco es un comunista”. “El Papa es marxista”. No, el problema es que, el Papa está a favor de los pobres, sigue bien el mensaje evangélico. Se ‘equivoca’ a favor de los pobres. 

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