25 jul 2014

Iglesia, Vaticano y fe

Indudablemente, para entender estas líneas, debemos apartarnos de todo fundamentalismo religioso, por eso aquí, sin ser un perito en teología, hago unas breves aclaraciones de lo que es Iglesia, Vaticano y fe.

Los creyentes católicos debemos tener algo muy claro:

La Iglesia (Gr. ekklesia, «iglesia» Asamblea/hermandad de los que creen en Cristo) es aquella institución establecida por Jesús de Nazaret hace más de 2 mil años. El Vaticano es un estado y el lugar donde se esconden figuras clericales que, en su mayoría, nada tienen que ver con el pobre Hijo de la Virgen María. Y la fe, es tener la esperanza liberadora y salvífica de que algún día mejorarán las cosas, que no todo está perdido y por supuesto: es la prueba fervorosa que tenemos los que creemos en Dios (Cf. Hb. 11, 1).

No es pecado, ni delito en Colombia hacer críticas, sobre todo cuando mi propósito no es hacer juicios, sino darle a entender a la gente lo que erróneamente sabe o mal le han enseñado.

Por eso, puedo decir que:

-Se puede ser de la Iglesia sin pertenecer ni rendir pleitesía al Vaticano (así nos quieran execrar y se crean los dueños de la verdad. “Me molesta que la Iglesia jerárquica todavía se crea dueña de la verdad”: Felipe Berríos, S.J.).

-También, podemos hacer críticas al Vaticano sin el mínimo temor (ese que nos han metido los curas) de que vamos a ser castigados por Dios o porque no tenemos fe. Habrá que recordarles a estos ‘principescos’ que: “Jesús era un profeta provocador que se mostraba crítico con el templo” (Hans Küng, La Iglesia católica, 2002).

-Por supuesto, la fe no compromete a ningún estado (Vaticano), pero sí a la Iglesia de la liberación, la misma que Cristo amó y fundamentó, especialmente en los marginados y más necesitados (niños, pobres, enfermos); esa misma que hace mucho tiempo olvidaron los mafiosos del Vaticano.

Es menester aclarar que Jesús es de todos (no solo para una religión que se apoderó de él), el Vaticano es de pocos y la fe no se pierde, se acrecienta y madura.

Perfecto lo dice Jon Sobrino S.J., “El poder eclesiástico ha traicionado a Jesús”. Claro está, entonces: Iglesia, Vaticano y fe; son distintos.

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