10 sept 2015

La simonía en la política

La simonía es, textualmente, la compra y venta de las cosas sagradas (Cf. Hch. 8, 18-19), y en el campo político, asimismo, equivale al sentido propio de nuestros elegidos de vender su apoyo a las minorías (a la oligarquía, principalmente, es decir: al gobierno donde se han mantenido pocos) las cuales tienen al país y, por ende a nuestras ciudades, en un debacle económico y social.

Por lo anterior, es claro que el desarrollo en nuestras regiones es pasivo y paupérrimo. En ese sentido, debemos ahondar en nuestra capacidad crítica y reflexiva que tenemos para que, desde nuestro voto a conciencia, podamos cambiar la irrealidad injusta en la que nos encontramos. Es necesario que dejemos de elegir a personas porque nos regalan una teja de zinc, un bulto de cemento o porque nos ofrecen plata a favor de nuestro voto. Que la pobreza existe, es muy notable, pero esta se combate sí y solo sí cuando dejemos de ofrecer nuestro relevante sufragio a cambio del “¿y a mí qué me dan?, ¿cómo vamos ahí?, yo le voto si me ayuda con un puesto para mi familiar”. Tenemos que dejar esas costumbres tradicionales que nada aportan al cambio verdadero que debemos ayudar a generar, por supuesto, el día en que en las urnas elegimos a quienes hablan por nosotros en cualquier rama del poder político en Colombia.

En ese contexto, es cierto que los pobres están cansados de ser pobres, pero ojo: los ricos jamás se cansarán de ser ricos. Y, en consecuencia: de explotar a los pobres. Está en manos de nosotros, los pobres, el transformar la política, el dejar unos gobernantes y políticos que se preocupen, en verdad, por quienes más los necesitan. Estamos contribuyendo a que los ‘Simones’ (políticos) sigan robándose el dinero de inversión social, el rédito que todos tenemos por ser ciudadanos y democráticos. ¡Ya no más!

Jon Sobrino, un sacerdote español afirma que: “Los pobres que tienen esperanzas inquietan a los poderosos”, así que, nuestra esperanza debe revivir, pues: “ella nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podemos reorientar el rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas” dice el Papa Francisco (Laudato Sí, 61).

Así que, para eliminar el hambre y la injusticia, que son los grandes males de nuestra sociedad actual, que, por lo visto, tienen flagelado a Florencia y el Caquetá, ya que estos, en palabras de Ghandi, «Son un insulto; envilecen, deshumanizan y destruyen el cuerpo y el espíritu… son la forma de violencia más asesina que existe», para que esto ocurra debemos cambiar, de raíz, nuestra política tradicional.

Termino, pues, parafraseando al gran Jaime Garzón: “Los políticos tradicionales no se dirigen al país, se digieren al país”. ¡Ya nos cansamos de lo mismo! Por eso, estoy seguro que: ¡#FlorenciaSíTeneArreglo! ¡#CaquetáSíTieneArreglo!

Concejo de Florencia Polo y 14 (Camilo Muñoz)


Asamblea de Caquetá Polo y 60 (Arturo Mayorga)

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